viernes, 30 de noviembre de 2012

Passion for things that float

(English version follows below)

Markermeer

Me gusta el mar. Y los barcos. Es una debilidad como otra cualquiera.

Me gusta navegarlos, claro. Pero también me gusta lijarlos, pintarlos, fregarlos, amarrarlos, arborarlos, laminarlos, desmoldearlos. Cocinar en ellos, dormirme en ellos, despertarme en ellos, en un fondeadero tranquilo, o en mitad de una noche oscura de guardia. Acercarme al borde del muelle a recoger la amarra que me lanza un recién llegado, en el muelle de mi pueblo o en el de cualquier lugar en que me encuentre. También me gusta mirar para ellos, simplemente, verlos flotar, cada uno con su personalidad. Me hacen sentir bien, me apaciguan la sensación de que el mundo está desquiciado.

Como cualquier otra debilidad, por veces se hace irresistible, absorbente, obsesiva,  y da lugar a excesos. Así es como, después de una surtida lista de excesos náuticos (que volvería a cometer mil veces), decidí -¿por qué no?- gastarme unos pequeños ahorros en comprarme un barquito en algún lugar de Europa, y traérmelo a España en sucesivas etapas con las que

jueves, 29 de noviembre de 2012

Take shelter

Lançado

Los barcos mejor a flote, en su medio.

Pero si les toca estar en tierra, es un gran placer la tarea de pensar y construir el abrigo con el que tenerlos a resguardo de las inclemencias.

Más o menos grande, más o menos resistente, más o menos definitivo, todos merecen un buen cobijo. Es divertido, desafía al ingenio, facilita la reparación y el mantenimiento los días de lluvia; y de alguna forma, nos descarga la conciencia por tenerlos ahí postrados, en seco.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Wendy of Helsingor

(English version follows below)

Yo no tengo palabras.

Sólo alcanzo a decir que no entiendo cómo se puede querer tanto a algo que no habla.

Y que cuando en el Kattegat, y en el Canal de la Mancha, y en la punta de Ouessant el viento soplaba como si nos quisiese aniquilar, horas y horas y horas, y cuando en el Elba y en Borkum la marea parecía que nos fuese a arrastrar por un tragante, nosotros nos sentíamos seguros a bordo, como cuando eras niño y sentías que tus padres te podían proteger de cualquier cosa.

En el espejo de popa aún se lee el nombre del que debió de ser su primer puerto base, con un anterior propietario, que era danés, de la ciudad de Hamlet. Por eso a veces le llamo, rimbobante y cariñosamente, "Wendy of Helsingor".


*              *              *

"The Surprise is not old. No one would call her old. She has a bluff bow, lovely lines. She's a fine sea boat, weatherly, stiff and fast. Very fast, if she's well handed. No, she´s not old: she's in her prime." (J. Aubry)


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I can’t find the words.

All I can say is that I don’t understand how a non-speaking being can be loved so much.

And that when in Kattegat, in the English Channel, in Ouessant head, the wind was blowing like intending to kill us, for hours and hours and hours, and when in the Elbe river, and in Borkum, the tide looked like swallowing us in a sink, we felt safe on board, like when you were a child and felt that your parents could protect you against any hazard.

On the transom it still can be read the name of his probable first home harbour, with a previous owner who might be Danish, from the town of Hamlet. That’s the reason why I sometimes call her, showy and flattering, "Wendy of Helsingor".



Wendy en Bassholmen