viernes, 10 de enero de 2014

The riddle of the sands


(viene de "On the changing tide")

"Es una costa baja, inavistable desde el mar, en la que el viento no se detiene, por lo que no hay resguardo posible en 100 millas. Se trata de elegir bien el parte, aprovechar una ventana de buen tiempo, y navegar a toda pastilla confiando en que no te coja el temporal entremedias. A nosotros nos cogió ya en
la bocana de Borkum, la última de las Islas Frisias alemanas, donde estuvimos amarrados y zarandeados esperando a que pasase...". Eso tengo apuntado en el diario de abordo, 11 de julio de 2012. Y sí, así fue más o menos, resumidamente, aquella semana inolvidable...

Zarpamos de Cuxhaven el sábado a las 17:00pm, lo cual fue una decisión algo atropellada, pero muy acertada: viento por la aleta, hasta 2 knts de corriente a favor, cielo despejado. Navegamos cómodamente a un largo, cocinamos, disfrutamos de la compañía (qué lujo, Friky, Elena).

Las millas iban cayendo sin complicaciones. La corriente ayudaba, claro: es como caminar por la cinta transportadora de un aeropuerto. Uno "se siente" arrastrado en todo momento, como surfeando una ola que nunca se acaba. Pero también "se ve" arrastrado: cuando pasas cerca de una baliza y aprecias el tremendo reflujo que se forma alrededor. Hasta que deja de ayudar, se ralentiza, se para... y se vuelve en contra; entonces lo que te dio te lo quita  (así es la vida, con sus ciclos), pero con suerte ya estás en mar más abierto, lejos de los grandes accidentes de la costa, donde la corriente no es tan exagerada.

Al caer la tarde divisamos a lo lejos la isla de Helgoland, en donde teníamos la ilusión de hacer una escala. Islote alto de tierra rojiza, y forma irregular, apenas habitado, estratégicamente situado en medio del Mar del Norte, hoy libre de impuestos, en tiempos base militar deseada por todas las potencias europeas (los británicos se lo entregaron a los alemanes en 1890...¡a cambio de Zanzíbar!). Pero está completamente fuera de lugar hacer esa escala: son 30 millas adicionales y la meteo se nos va a complicar no tardando. Otra vez será.

Nos organizamos las guardias, algo desordenadamente al principio, como sucede a menudo en las primeras horas de una travesía: "yo sigo un poco más, no estoy cansado...", y esas cosas. No nos ayuda lo asombrosamente largo que es el día, a pesar de que hemos perdido ya mucha latitud respecto de Suecia. Hasta que finalmente cae la noche, como siguen cayendo las millas, y jugamos a situarnos con los cambios de color de las sucesivas luces sectoriales: Alte Weser, el faro de la isla de Wangerooge...

Atravesamos por el medio y medio de la zona de fondeo de cargueros frente al estuario del Jade. Varias decenas de mercantes, tan inofensivos, así quietecitos, con las cubiertas completamente iluminadas. A lo lejos parece talmente como si una gran ciudad apareciese en medio de donde sólo debería haber mar.

La mañana del domingo continúa con la misma jovialidad. Vamos dejando una tras otra las Islas Frisias por babor, aunque de día ya son completamente inavistables, sin ayuda de marcas iluminadas. Navegamos a unas 5 millas de su costa, dejando por babor las cardinales Norte que marcan la batimétrica de los 10 m, y por estribor las balizas verdes que marcan el límite del dispositivo de separación de tráfico mercante (el TSS Terschelling - German Bight).

Las Islas Frisias Orientales son siete, de Wangerooge a Borkum, todas pertenecientes a Alemania. Forman un cordón alineado en dirección Este-Oeste, paralelo a la tierra firme y separado de esta por una franja de agua poco profunda de unas tres millas de ancho, que cubre y descubre con la marea. "Islas"...es un decir: toda la costa de Alemania y Holanda está flanqueada por enormes bancos de arena; algunos de ellos permanecen descubiertos a lo largo de todo el ciclo de marea, crece la vegetación, se construyen casas a escasos metros sobre el nivel del mar... habitan personas... y eso es todo lo que tienen de islas.

Esa franja de agua interior, entre las islas y el continente, es navegable a través de los canales llamados "wattfahrwassern", aunque sólo a ciertas horas del día y con no más de 1'5m de calado. Además, entre cada dos islas existe otro canal o "zeegat", que da salida de la tierra firme al mar abierto. Fascinante la descripción de estos lugares, y de las dificultades de navegar en ellos, la que hace Erskine Childers para ambientar y desarrollar la trama de "El enigma de las arenas". En mi humilde opinión de lector esporádico, pocas novelas de ficción se han escrito con tanta precisión, tanto apasionamiento y tanto conocimiento sobre la navegación en pequeños veleros, y con la desafección de haber sido escrita en 1903, cuando aún estaba naciendo lo que hoy entendemos por navegación de recreo, the fine art.

A la tarde llega la encalmada. Arriamos velas, damos motor: paciencia, no iba a ser todo perfecto perpetuamente. Una foca se deja ver. Distinguimos los edificios del frente marítimo de la isla de Borkum, la última de esta cadena de islas, que es la más habitada por ser centro balneario. En ella pretendemos hacer escala antes de entrar en Holanda, que está enfrente, del otro lado del gran estuario que forma el río Ems, frontera natural entre los dos países.

Elegimos dejar por babor los bajos Borkum Riff y Geldsack Platte, y enfilar el cauce del Ems por su parte más profunda. Es la opción segura, a pesar del gran rodeo que implica (si es hoy, acorto, hay agua de sobra...). Vamos contorneando la isla, para llegar a su puerto, que está del lado contrario del mar abierto, para lo cual tenemos que abandonar el estuario del Ems y progresar por el canal watt interior. Este canal es dirección W-E, y está marcado por balizas en medio de una extensión enorme de agua; extensión engañosa, pues más allá del canal balizado, la carta señala bancos de arena a ras de agua. Si no, ¿¡cómo iba a ser posible que esas gaviotas estén de pie ahí al lado, en medio del agua!?...¡parece un espejismo!

Y entonces, sin muchos preludios, el viento empieza a soplar. Primero bastante. Luego mucho. Y finalmente de cojones (para que se me entienda).  El agua se vuelve castaña, se forma espuma, y chocan olas de distintas direcciones. Aunque en superficie el canal watt y el estuario del río parecen la misma lámina de agua, en profundidad no lo son, pues están divididos en perpendicular por esos enormes bancos de arena sumergidos. Así nos explicamos que en superficie se forme semejante mala mar.

A bandazos vamos llegando al puerto. Sopla SW. En el canal el viento nos cogía de través, pero en la bocana nos coge de popa: a palo seco y con el motor en neutro, y juro que el barco se desplazaba a 4 knts. Pasamos la bocana, que es muy poco profunda (1'5m LAT) y estrecha (¿o será que todas las bocanas parecen estrechas en estas condiciones?). La sonda sigue marcando muy poca agua, nos parece que en algunas partes de la dársena los barcos quedan en seco en la bajamar. Y ahora que estamos dentro, ¿dónde carallo atraco? Estimo que todos los pantalanes están igualmente orientados al viento. Me digo: si hay tan poca agua, no te lo pienses mucho, la primera plaza libre por el camino más directo... Allá me voy, a galope tendido... Según encaro el atraque, doy motor marcha atrás a todo gas, para frenar tanta arrancada que llevamos. El barco se frena en seco. "Caramba con el Yanmar, ¡y parecía viejo!"...Pero no sólo nos hemos frenado, es que ni siquiera nos movemos. Unos segundos de confusión y caemos en la cuenta: no ha sido el motor lo que nos ha parado, es que hemos frenado "en seco", literalmente: nos hemos subido sobre el montículo de fango que se forma entre dos plazas de atraque, que los barcos no llegan a erosionar cuando varan en la bajamar. El calado de cada plaza se limita al espacio que ocupa el barco, pues es el propio barco el que en cada marea va conformando ese lecho; pero entre cada dos plazas no hay tal lecho, y se queda ese escalón al que nos hemos subido...

Estamos varados, así es. Parecemos esos barcos con los que durante un tiempo los alcaldes de mi tierra decidían adornar las rotondas (cuando éramos ricos, y había dinero para adornar las rotondas). Y para más decadencia, hemos varado a dos metros del pantalán: no podemos ni desembarcar, porca miseria... Gran expectación en tierra. Entre gritos y mucho viento nos lanzan unas amarras, tirando de las cuales por supuesto el barco no se mueve. Recuerdo a Friky sentado tranquilamente en el extremo de la botavara, pidiendo que le largásemos escota para alejarlo del barco y ganar palanca (y allá que se aleja sobre el agua). Recuerdo a Elena tranquilamente colgada del obenque con medio cuerpo fuera del barco. Me recuerdo a mí al timón, creo que también tranquilamente, valorando, calculando, dando motor atrás a todo gas, y la sensación impotente de que, con todo eso, el barco no se mueve...¿¡Cómo se va a mover, si es que estamos clavados!? Desisto, desde el timón se percibe claramente: no es que estemos pinchados y basculando sobre la orza, es que se siente que estamos enterrados. No hay nada que hacer: aquí nos quedamos, ya subirá la marea y nos despegará del fondo. Agradecemos al público alemán su asistencia, pedimos que nos amarren. Y a descansar.

Menuda escena. Al menos llevamos bandera sueca, así que, oye, hemos hecho un numerito, pero no hemos defenestrado el pabellón nacional. Cuando mañana en tierra nos pregunten de dónde somos...¡pues nos haremos los suecos! Hoy lo pienso y me digo: gran error, no frenar el barco completamente, con un giro en redondo y proa al viento, antes de ninguna aproximación. Si fuera hoy, si fuera hoy... pasan los años, pasan las millas, y sigo acumulando los "si fuera hoy...".

Noche entretenida: en pie a las 2:00 am, que fue cuando el barco se despegó del fondo fangoso y volvió a flotar. Centrarlo en la plaza, amarrarlo. Comienza un nuevo día. Ducha caliente, qué rica. Limpiamos tramo a tramo el circuito completo de agua de refrigeración del motor, que en los intentos de desembarrancar se había llenado de lodo, lo que indica que hasta la toma de agua estaba enterrada...¡qué dolor sólo de pensarlo! Si este barco hablase, me mandaría al cuerno de tantas perrerías que le hecho pasar... Paseamos por el pueblo, y por los arenales infinitos que se forman en la bajamar. Subimos al faro. Y esperamos que amaine este viento, que de tanto que sopla no te deja caminar. 35 nudos, SW, así no vamos a ninguna parte.

Dos días después, el viento se toma un descanso, y decidimos zarpar con la bajamar de la mañana del martes, para aprovechar el mayor tiempo posible la corriente a favor cuando subamos la desembocadura del Ems, aún a costa de tenerla en contra en el canal watt que da acceso al puerto. En el pantalán nos despide con algunos consejos de última hora Mr. Muller, al que llamo así porque nunca supe su nombre, a pesar de la extraordinaria coincidencia de habérmelo encontrado un mes y medio antes a la entrada del canal de Kiel (exclusa de Holteneau, lado Báltico). Entremedias yo me volví a España, a trabajar (de algo hay que vivir), y a continuar con los preparativos para esta nueva etapa; y él siguió navegando con toda la parsimonia, en solitario, en su barco de 21 pies y quilla abatible, vida distendida de navegante prejubilado.

Casi sin darnos cuenta, evitando bancos de arena y los muchos mercantes que suben y bajan el Ems por atracción del puerto industrial de Emdem, llegamos a Delfzijl, oculto tras su larguísimo dique paralelo al río; y atravesamos su gran exclusa, que da acceso al Eemskanaal, inicio de la Stande-Maast-Route holandesa, la red de canales y mares interiores para veleros de mástil fijo, que recorre los Países Bajos de Norte a Sur, de la que hablaremos más adelante. 

"Hoy dormimos amarrados en el mismo centro de la primera ciudad en ruta, que es Groningen. Me parece increíble haber llegado hasta aquí, ver mi barco atracado en este escenario, formando parte de él" (Logbook).

'All sand', said Davies, enthusiastically. 'You can't think what an explendid sailing-ground it is'.
'They look rather desolate', I said.
'Desolate is no word for it: they're really only gigantic sand-banks themselves...'
(Erskine Childers, The Riddle of  the Sands)

...but a ship is a creature which we have brought into the world, 
as it were on purpose to keep us up to the mark.
(Joseph Conrad, The Mirror of the Sea: The Fine Art)

There is a wide area of drying shoals and dead-end channels between the Weser and Elbe entrances. Crossing this often lee shore via tortuous watt channels is only for those with local knowledge (Approaches to Elbe entrance) 
All the seegats, without exception, are dangerous in winds over force 4 (East Frisian  Islands approaches)
(Brian Navin, Cruising Guide to Germany and Denmark. Imray)

(continúa en The wind in the willows)







Borkum (GoogleEarth)

Rottumer Plaat, estuario del Ems 

Borkum wattfahrwassen



Punto de situación a las 20:00

Lodo a ras de agua...y de línea de flotación



Impeller

Borkum Yachthaven (en calma)








Desde el faro 

Estuario del Eems


Dique de Delfzijl

Groningen



1 comentario:

  1. Menudas aventuras! no me pillas a mi encima de esa barquita de "estoy con toi" cruzando el mar del norte, ni de coña!

    tú sí que estás loco y no yo!!

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