miércoles, 20 de diciembre de 2017

Family tree

  

Árbol genealógico.


El fenómeno es simple. Hace cuarenta años mis padres plantan un abeto en la casa familiar.

Con el tiempo, el árbol se hace demasiado alto y es necesario talarlo.

Mejor que “hacer leña del árbol caído”, lo sierro en troncos de metro y medio, y me lo llevo al aserradero de Agustín Bastón Soage, en Cangas, para que me lo corte en tablas (el árbol pasa a ser madera).

Con esas tablas construyo un barco apoyado sobre un balancín, para que juegue y se divierta mi hija (que es la nieta de aquellos que plantaron el árbol, ¿recuerdan?).

Si a ella le apetece, claro. Yo ya me he divertido mucho construyéndolo: no debo pedir más. My first commission, her first command.

PS: el barco se llama Adamastor.

(Marzo de 2016)