jueves, 22 de diciembre de 2016

Passeio dos alegres



Aquí empieza el descanso.
En mi conciencia y en el almanaque
junto a mi nombre y cargo en la planilla
aquí empieza el descanso.
Dos semanas.
Debo apurarme porque hay tantas cosas
recuperar el mar
eso primero...
(Mario Benedetti, Licencia, de Poemas de la oficina)

Bendito verano. El clima benévolo de estas latitudes. Poca ropa, el tacto del sol sobre la piel. Andar descalzo por la cubierta, por la madera del pantalán, por la arena. 

Benditas vacaciones. Tripulación en pleno: las chicas y yo. Tiempo por delante, para estar juntos los tres, días seguidos, completos, de convivencia ininterrumpida. Con energías y buen humor inacabables. Vida abordo, espacio reducido, sensación de inseparabilidad y de suerte compartida que da navegar juntos de un puerto a otro por varios días... La vida pirata es la vida mejor.


*    *    *

El frenesí de los preparativos en los días previos a la travesía, amplificado por el extraordinario valor del pasaje (el más precioso de los posibles). La angustia de que todo esté en buen orden de funcionamiento, y de que ellas estén
a gusto en el que es su barco tanto como mío, pero del que yo lidero los trabajos de mantenimiento. El alivio final de sentir que todo funciona y responde razonablemente bien, de que ya he repasado y conozco (casi) todos los más recónditos lugares de este barco.

La percepción evolucionista de cómo este barco se va adaptando y transformando con el paso de los años: taller de reparación y puesta a punto de sí mismo, máquina de hacer millas oceánicas, cómodo crucero familiar, cuarto de los juguetes… 

Mi hija lo reconoce entre todos los demás, cuando recorremos el pantalán: “O nosso barco!”. Plenitud.


*    *    *
Nos han regalado la edición francesa del libro “Jack London, Photographer”. Muy interesante: sus reportajes sobre el terremoto de San Francisco, la revolución mexicana, las clases humildes del Londres industrial… En una primera ojeada, me detengo cautivado por esta imagen de provocadora sensualidad naturista. El de la foto es Ernst Darling, al que London dedica un capítulo de “The Cruise of the Snark”.

Ernst Darling, The Nature Man en The Cruise of the Snark

La imagen de este tipo extravagante y extemporáneo me lleva a recordar a otro Nature Man más reciente y cercano: el músico portugués António Variações. Nacido en 1944 en la aldea de Amares (Braga), y fallecido prematuramente en 1984, presumiblemente de SIDA. Formado al mundo en Londres y Amsterdam, peluquero de profesión, músico autodidacta de maquetas en radiocasete e instrumentos improvisados. Saltó por fin a la fama en 1981 gracias al programa de televisión llamado Passeio dos alegres, conducido por Júlio Isidro, al que conocía como cliente habitual de su peluquería.

António Variações

Pienso si la amargura que han debido de sufrir durante sus vidas de inadaptación es en parte la causa de su genialidad… “Também achais que um poeta só é bom quando infeliz!?”

Se me viene a la mente (y ya no me deja en todo el día) aquella canción suya, buen himno para celebrar el verano (o cualquier estación, si uno se siente enamorado y alegre):

Tu foste em todas as formas um país que eu nunca vi
Velho sonho dos meus olhos e eu só te vi a ti
Teu corpo minha toalha, foste o Sol da minha cor
Foste o mar da minha praia, tu foste o meu bronzeador
Foste a frescura da minha sede
Andei contigo na minha mão
Pintei a boca de rosa e verde
Foste o gelado do meu verão

*    *    *


La costosa lección al inicio de cualquier retiro: no hay que pretender correr contra el reloj. Y una vez aprendido eso, dedicarse en primer lugar a no hacer nada, como medida de higiene. Y en segundo lugar, a los imprescindibles trabajos de refitting: recordar lo que esencialmente somos cuando se desactivan los condicionantes del día a día (que son, básicamente, las responsabilidades asociadas a lo que se conoce como “ganarse la vida”, y su absorción implacable de nuestro tiempo y capacidades).

Detenerse días seguidos en el mismo puerto, hasta el punto de hacerse asiduos y recibir a los barcos en tránsito como si sólo ellos fueran los forasteros. El pueblo pesquero y tranquilo, las calles con nombres evocadores: Rúa do Porvir, Rúa do Sixilo, Rúa das Flores... Los foguetes y las sirenas sonando por toda la ría, todo el día, como celebración de la festividad de la Virgen del Carmen. El ritmo de los días guiado por el sol. Perder la noción de la hora, y hasta del día de la semana. Procrastinar. Qué pena de fonética, con todo lo bueno que significa esa palabra.







Este es el Rana, un folkboat de madera por el que sentimos gran respeto, al ser ancestro directo de nuestro barco.


El del fondo es el antiguo Zorba de Greenpeace, que empieza una nueva vida en Galicia.
*    *    *

El tacto plástico y leve de la ficha del tiovivo, en la mano de mi hija, que la aprieta fuerte, como un talismán, pues ya entiende que esa es la llave a una experiencia mágica, estacional, fuera de lo ordinario. Emblema del verano, y de los veranos de casi todos los tiempos. Y de la ilusión en estado puro.


De primeras, siento envidia amarga por no sentir yo también esa ilusión. Sin embrago, bien mirado, sí la conservo -me refuto a mí mismo- sólo que sepultada bajo una maraña de condicionantes (ya dijimos), temores, cautelas, ajustes preventivos de expectativas, habilidades sociales, diplomacia y demás hipocresías… Los efectos de las decepciones acumuladas. La línea de sombra. Pero está ahí, caramba. No es que la recuerde de cuando yo era niño; es que la siento ahora, en casi todo lo que hago: las ganas de divertirme y entregarme a lo que tenga entre manos. La alegría de vivir. Me felicito por eso… 

Fin de la reflexión, justo en el momento en que el chico del tiovivo viene a pedirnos la ficha, y mi hija se la entrega, con solemnidad.

Empieza la magia. Una sirena anuncia que vamos empezar a girar. Y a cada vuelta, vamos viendo sucesivamente a Amália que nos saluda, la enorme luna llena anaranjada sobre el puerto, la playa que es un semicírculo perfecto… Un padre corre una vuelta completa alrededor del tiovivo, acompañando a sus hijos que van montados en la atracción, mientras se grava en vídeo (a sus hijos y a sí mismo). Me alegré de que no se partiera la crisma en semejante gincana: corría mirando a la pantalla, para comprobar que todos salían en cuadro, y de reojo esquivaba a otros padres, árboles, perros, farolas, los bancos del parque… Transmitía ilusión con aquella sonrisa ancha de quien está haciendo el indio y lo sabe. Su mujer reía, y sus hijos, montados en los cabalinhos, tampoco podían evitarlo. Hay gente a la que invitarías a comer a casa sin conocerla. Debemos aprender unos de los otros a disfrutar de cada momento: aquel tipo era un alegre.


*    *    *

Zarpamos a la vez que los pesqueros de bajura: nos va bien navegar de madrugada y al alba. Al hacer la Costa de la Vela, a solas en cubierta, paso muy próximo a un pesquero en plena faena: de un trasmallo están sacando rayas vivas, grandes como mesas camilla. Qué escena fascinante.



Coincidimos en el mismo puerto con Ángel y Sila, del EoWind, tan sonrientes y amigables como siempre. Su barco es un Marieholm IF: un pequeño barcazo, también sueco, además de muy bien mantenido y cuidado por ellos. 

Nos cuentan que han avistado una ballena aliblanca entre Ons y Punta Couso. Dice el sitio www.whale-world.com que estos mamíferos (¡mamíferos!) miden unos 7 metros, y pesan hasta 4 toneladas. Eso quiere decir que es una ballena más o menos del porte de nuestro propio barco. Vaya, que cabríamos los tres dentro de ella, apenas un poquito apretados. Como Jonás... Ñaaaam!

C'est la baleine qui tourne, qui vire
Comme un joli petit navire
Prenez garde à votre doigt
Ou la baleine le mangera…
Nhaaaam!

PS: caramba, ya es Navidad, llevo tanto tiempo sin escribir… ¡Felices Fiestas!

Y gracias: por el detenimiento de haber leído hasta aquí, en estos tiempos efímeros, de inmediatez y dudosa “posverdad”…






2 comentarios:

  1. Excelente narracion de una de las más bonitas y auténticas experiencias que se pueden vivir en la mar sin presupuestos millonarios ni rodearse más gente que dedos en las manos... Gracias, Pablo, por deleitarnos con relatos como este, que poca gente es capaz de hacer. Gracias por hacer posible mi acercamiento a los "quilla corrida", y sobre todo por tenerme como amigo.
    Nos hizo mucha ilusión, a Sila y a mí, encontraros en el mismo puerto que nosotros (y no era la primera vez), en plan hyppie-mar...
    Un gran abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Nos recomendaron la música de Antonio (Humanos) como desagravio tras un incidente diplomático hispano-portugués, recuerdas?

    ResponderEliminar